Un 1 de mayo diferente | Opinión, Albert Carbonell
El día internacional del trabajo de este año será diferente. Atípico por el número de personas paradas y sobre todo por el alto número de trabajadores afectados por un ERTE.
Y no sólo por los que están hoy en estas situaciones, sino también por cómo se prevé el futuro a corto plazo.
Todos los indicadores apuntan al incremento de estas cifras. Aún tenemos el recuerdo de la última crisis económica, donde las personas con discapacidad fuimos de las primeras en salir expulsadas del mundo laboral. Ante este hecho, las entidades del tercer sector tuvimos que multiplicarnos para poder atender a todas las personas que nos llegaban con dificultades de primera necesidad. Fueron unos años donde los recortes afectaron gravemente a un sector de la población, incrementando las diferencias y penalizando el colectivo de personas con discapacidad.
Hace 10 años se nos dijo que debía salvarse la economía. Que el sistema bancario nos necesitaba y que no podíamos dejar caer el país. Hace una década, no se dejó caer el país pero sí cayó mucha gente. Personas que no han podido recuperar un nivel de vida digno o que les ha costado mucho. A costa de recortes, las personas más vulnerables fueron cayendo más abajo.
Al cabo de todos estos años parece que no hemos aprendido mucho la lección. Hoy que la COVID19 ha golpeado brutalmente todo el mundo, nos dicen que tenemos que destinar todos los recursos a la sanidad. ¡Por supuesto que tenemos que velar por la sanidad! Y sobre todo por todo el personal sanitario y de otros servicios que trabajan incansablemente estos días y que no vuelvan a sufrir los recortes que han soportado durante todos estos años. Nunca estaremos suficientemente agradecidos por todo el esfuerzo que están haciendo. Pero no podemos volver a sacrificar siempre a los mismos, los más vulnerables.
Cuando aún estamos evaluando la afectación de la COVID19, ya nos han informado del recorte en un 55% de las políticas activas de empleo de Cataluña por parte del Gobierno Español. Veremos qué criterio aplica la Generalidad de Cataluña y donde pasa las tijeras con más fuerza. Veremos qué peso tiene el colectivo de personas con discapacidad y si somos capaces de defender los programas de inserción laboral en la empresa ordinaria y también si defendemos el trabajo protegido. No es que sean muchos millones de euros pero competimos, porque sí es una competición, con la formación, con políticas de empleo de administraciones locales, entre otros.
Se acaba de aprobar un presupuesto que es mucho mejor que las prórrogas que teníamos hasta ahora, pero que todo el mundo sabe que ha nacido cojo y que la realidad de hoy en Cataluña no es la de hace tres meses cuando se estaba negociando.
Las personas con discapacidad podemos pedir que no se recorte a los de siempre, podemos explicar que las entidades del tercer sector en este país han hecho y hacen muy buen trabajo y que si creemos en la agenda 2.030 nos queda mucho camino y no podemos parar ahora.
Pero la sociedad también debe creer, debe ser más justa, más inclusiva y donde las diferencias no sean un handicap sino un enriquecimiento como sociedad.
Debemos exigir a la clase política que los recortes no son la solución. Que sabemos que el golpe por la COVID19 es fuerte, pero que debemos salir juntos. No nos perdonaríamos volver a fallar a los más débiles. No podemos dejar a la estacada a miles de personas y a todo el tejido asociativo que actúa a lo largo de todo el territorio.
Estos días la gente ha demostrado una capacidad enorme ayudándose los unos a los otros, haciendo voluntariado con las personas que no podían salir de casa o entreteniendo a los demás a través de redes sociales o balcones de los bloques de pisos. Incluso las empresas que se han reinventado a las nuevas necesidades.
Aprovechamos esta energía para hacer un futuro mejor. Un futuro donde quepamos todos. Un futuro más justo e inclusivo. Un futuro optimista.
Albert Carbonell
Presidente Grupo MIFAS
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