La accesibilitad: mucho más que rampas
La accesibilidad no debería ser vista como privilegio, sino como derecho fundamental. El Código de Accesibilidad de Cataluña establece criterios claros para garantizar que todo el mundo pueda moverse, comunicarse y vivir con independencia.
Las personas con discapacidad, a lo largo de la historia, han sido invisibilizadas, tratadas como sujetos pasivos o incluso consideradas inferiores.
En este contexto, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, aprobada en 2006 y ratificada por España en 2007, supone un cambio radical. Esta convención no sólo reconoce derechos fundamentales, sino que establece una idea que todavía hoy resulta revolucionaria para muchos: las personas con discapacidad son, ante todo, seres humanos con la misma dignidad y derechos que cualquier otra persona.
Parece obvio, pero no lo es. Aún hoy, muchas personas ven la discapacidad como una tragedia personal o un problema a resolver, en vez de comprender que la verdadera barrera no es la condición física, sensorial, intelectual o psicosocial de alguien, sino la forma en que su entorno y el resto de la sociedad responde a esa diversidad.
Es la falta de accesibilidad, de adaptaciones y, sobre todo, de mentalidad lo que realmente limita la plena participación de estas personas.
De hecho, las barreras mentales pueden resultar más restrictivas que las físicas. Una rampa puede construirse, pero ¿cómo se transforma la mirada social? Todavía se da por supuesto que una persona con discapacidad no puede trabajar con la misma eficiencia que otra, que su formación debe ser diferente o necesita constantemente ayuda.
Este paternalismo no sólo perpetúa la discriminación, sino que niega la autonomía de las personas con discapacidad.
La accesibilidad no debería ser vista como privilegio, sino como derecho fundamental. El Código de Accesibilidad de Cataluña establece criterios claros para garantizar que todo el mundo pueda moverse, comunicarse y vivir con independencia.
Pero para hacerlo realidad, no es suficiente con leyes: hace falta compromiso social.
Las instituciones desempeñan un papel clave en este cambio. Es necesario destinar más recursos a la accesibilidad y al apoyo a la vida independiente, el asistente personal debe ser un actor principal aquí. Pero también es necesario que se haga cumplir la legislación.
Todas las personas tenemos un papel a jugar, ya sea denunciando barreras, diseñando espacios inclusivos o cambiando la forma en que nos relacionamos con la discapacidad.
Grup MIFAS trabaja cada día para sensibilizar a la sociedad y promover la inclusión real de las personas con discapacidad. Desde el ocio hasta el ámbito laboral, la entidad defiende el derecho a una vida independiente y a una igualdad de oportunidades efectiva, sin tener en cuenta otras condiciones inherentes a la persona, como sus creencias, género o identidad sexual.
Por este motivo, hacemos un llamamiento al resto de entidades sociales que trabajan por los derechos legítimos de otros colectivos para que adopten una mirada inclusiva y comprensiva también hacia las personas con discapacidad. Un ejemplo de ello sería una mujer con discapacidad que además tiene una identidad sexual no normativizada: la discriminación que podría sufrir no provendría sólo de una de sus características, sino de la intersección de todas ellas.
Avanzar hacia una sociedad plenamente accesible no es sólo una cuestión de justicia, sino de construir un mundo más rico y diverso, en el que todo el mundo pueda aportar su talento sin limitaciones artificiales. Ésta es la revolución pendiente.
Artur Altabàs
Presidente Grup MIFAS
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