¿Cómo quieres que me quieran así?

24/02/2023
Maria del Mar, Psicóloga

“Así, ¿cómo? ¿Qué quieres decir con así?”, le pregunté. Y se dio un...
“Así” quería decir que tenía algún rasgo que hacía, por defecto, que “no” fuera estimable, deseable, interesante, con atractivo o digno de interés...

“Así, ¿cómo? ¿Qué quieres decir con así?”, le pregunté. Y se dio un...


“Así” quería decir que tenía algún rasgo que hacía, por defecto, que “no” fuera estimable, deseable, interesante, con atractivo o digno de interés.., por encima de todas las demás cualidades y virtudes que fueron saliendo al largo de la conversación.


Estando con compañeras profesionales, y hablando de casos relacionados con la sexualidad, a menudo acaba saliendo el tema de la baja autoestima.


Nuestros miedos lo describen bien. Existe la inseguridad de que aparece ante situaciones, de hechos, en circunstancias concretas, ante lo nuevo..., ésta nos pone en estado de alerta para aprender de la nueva experiencia. Hay quien duda, quien es prudente, quien se lanza con decisión, y quien lo hace con curiosidad; tantas personas tantos estilos! Y lo que sea que vivimos pasa a ser conocido, evaluable objetivamente.


Pero cuando la inseguridad nace de cómo pensamos y sentimos hacia nuestra persona, ¡ay! No es lo mismo. Entran en juego emociones más o menos fuertes que tanto podemos intentar bloquear, ignorar o negar, como intentar compensar con distintas estrategias mentales, a menudo tan sofisticadas como ineficaces.


Vivimos en una sociedad de modelos, de tipos estandarizados en cuanto a estilos de vida, relaciones, comunicación y valores como la estética, la productividad y el éxito. No quiero extenderme en estos y más aspectos; sólo me pregunto qué hace que algunas personas lo adopten como referencia indiscutiblemente adecuada, en detrimento de sus propias cualidades y valía, y otras no. Que algunas se valoren y quieran tal y como son, y otras no se acepten porque no quieren ser diferentes de un ejemplo ideal.


En la Sexualidad no lo hacemos diferente: No sólo cuesta cuestionar lo que se nos ha transmitido, sino que nos juzgamos constantemente en comparativa a lo que creemos que debe ser o se espera de nosotros. Sin preguntarnos cómo somos o qué queremos ofrecer y recibir. Sin centrar nuestra atención en ser nosotros, con autenticidad. Sin permitirnos sentir de forma espontánea y desprendida, libres de disfrutar sin exigencias ni requisitos.


Si tenemos la creencia de que somos poquito, seremos poquito. Si despreciamos nuestro cuerpo, importante vehículo de nuestro erotismo, difícilmente podremos relacionarnos con otro. Es más: probablemente no nos abriremos a la oportunidad de hacerlo por falta de confianza... ¡en nosotros! Los propios prejuicios, en forma de pensamientos o sentimientos intrusivos, pueden convertir lo que podría ser placer en inhibición y angustia.


Las relaciones sexuales nos confrontan con cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo, con nosotros, con nuestro ser y ser único o única en sí, desvelando vulnerabilidades y fortalezas. Sea solo, sea en compañía, son una oportunidad para descubrir señales de lo que nos gusta y lo que no. De qué queremos y qué no. De cómo queremos ser y estar.
La estimación comienza por uno mismo. “Así”, ¿me quiero? ¡Ojalá seamos cada vez más las personas que aprendamos, poco a poco, a respondernos con un sincero “sí”!