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Tacto y contacto
«Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías esperando la gran felicidad. (Pearl S. Buck)»
Vivir la sexualidad no es sólo vivir el coito.
Es bueno tener presente que la sexualidad es un elemento integrante de nuestra salud y desempeña un papel importante en nuestro desarrollo físico y emocional. Es sentirse bien con nuestro propio sentido de identidad, singularidad y pertinencia, individualmente, y sentir que nuestras relaciones afectivas y/o sexuales nos proporcionan bienestar. Cuando la «limitamos» únicamente a la existencia o no de prácticas sexuales estandarizadas, nos estamos limitando a la vez el reconocimiento de fuerza de sus diferentes dimensiones que nos fundamentan a nivel personal.
Hay una frase que me gusta mucho y quiero compartir con ustedes. Es de la OMS: «[...] la sexualidad se experimenta y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos». He dedicado muchos momentos de reflexión. En cierto modo nos dice que no es una cajita que se abre o cierra, a la que se accede o no, que podemos mirar o ignorar..., no. Forma parte de ser seres humanos.
Entonces es cuando me pongo las gafas de descubrirla y explicarla en cada cosa, ¡por pequeña que nos parezca o que por ser tan habitual y cotidiana no valoramos de manera justa! Y un buen ejemplo es su tacto.
Con el tacto y el contacto nos reafirmamos y reconocemos nuestra existencia y la de las demás personas; se genera conexión, recibimos y transmitimos emociones, nos comunicamos, crecemos en seguridad y confianza y nos equilibramos psicofísicamente. ¡Aquí podría seguir con una letanía de efectos deseables! La piel es, sin duda, uno de los mayores órganos del cuerpo humano y entre sus múltiples funciones no debemos desestimar nada el papel que juega en nuestra sexualidad.
Solemos identificar el autoerotismo con un aspecto sexual, pero..., miento si digo que se suele restringirlo a la masturbación? En realidad, consiste en vivenciar nuestro propio cuerpo como una fuente de sensaciones placenteras, a lo largo de toda la vida, ¡ayudándonos a formar nuestra autoimagen! Remarco: escribo «sensaciones placenteras». No puede reducirse a «orgasmos».
También, cuando hablamos de relaciones, sólo atribuimos sexualidad a las de pareja oa aquellas en las que se establecen prácticas sexuales. Pero los vínculos afectivos, por lo general, no los contemplamos. Precisamente, la capacidad humana de establecer lazos con seres humanos, construirlos y mantenerlos a través de las emociones también forma parte de la sexualidad. Una muestra clara es el establecimiento del vínculo afectivo materno/paterno-filial; vínculo que influirá en el modo futuro de relacionarse con los demás.
Tenemos un cuerpo, tenemos la capacidad de establecer vínculos, y todos queremos satisfacer necesidades tan básicas como el deseo de contacto, de intimidad, de expresión emocional, de placer y de amor... Mucha gente piensa que sólo se puede satisfacer teniendo a una pareja o experiencias «sexuales», y es esa creencia la que lleva a mucha infelicidad cuando esto no se da. Se vive como una carencia, una privación.
Nuestro organismo está listo para nutrirse del contacto físico; éste nos ayuda a sentirnos bien. Cuando se acaricia y se besa a los bebés se les genera la misma liberación de hormonas y neurotransmisores que en edad adulta nos desencadena una caricia, un abrazo, un beso... Tanto si hay cariño, como si hay atracción, deseo, o excitación, la química es la misma! Cambian las concentraciones, los tipos de reacciones, la percepción y efectos. Placer, así como toda una serie de beneficios, los seguimos obteniendo sea de la forma que sea. En referencia a la cita: suma aquello a lo que sí puedes acceder en relación a permanecer en la amargura de una expectativa inalcanzada.
Por eso, cuando me encuentro con alguien que se lamenta de «no tener vida sexual» porque no tiene pareja o no mantiene prácticas sexuales de tipo coitcentrista o genitalizadas con otras personas..., con un guiño le pregunto:
- ¿Y el tacto y el contacto como las puertas?