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Reglas que “matan”, retos que inquietan
“No hay que cerrar los ojos y reconocer que hay aspectos que requieren un cambio y una mirada diferente; dejar ya de poner reparos y esforzarse por encontrar nuevas soluciones o nuevas maneras de hacer.”
Nos reencontramos después del lapso veraniego, un período claramente distintivo en nuestra sociedad: Centros de enseñanza, algunas empresas y bastantes servicios cierran temporalmente las puertas, los calendarios laborales plasman las deseadas vacaciones y se percibe un característico movimiento en ciudades y poblaciones: En unas el ritmo se aquieta, en otras se intensifica. Los días son largos y quienes más quienes menos los llenamos con acciones especiales que suelen coincidir bajo un mismo lema, el de “aprovechar para hacer lo que normalmente no puedo hacer”... Viajar, moverse, contactar con la naturaleza, visitar a quien no se ve tan a menudo como quisiéramos, dedicar tiempo a aficiones, buscar actividades lúdicas o incluso disfrutar del “no hacer nada” a propósito.
También hay personas que viven rutinas 24/7/365. Aunque puede ser por diferentes motivos no debemos ignorar que en muchas ocasiones no se trata de una situación elegida voluntariamente; en estas líneas me refiero a aquellas que, por necesidad de apoyo, “su casa” está en un servicio residencial o hogar con apoyo.., esta última cursiva entre comillas no es gratuita: Deberían acercarse...
Realizando una actividad relacionada con el ámbito de la Sexualidad, recientemente tuve la oportunidad de poder hablar con un grupo de personas usuarias de diferentes servicios. Todas las experiencias suelen ser enriquecedoras, pero en este caso lo fue especialmente por el hecho de que normalmente los grupos son más homogéneos en cuanto al origen, quiero decir que los participantes suelen provenir de un mismo servicio o entidad. Sin embargo allí tenía personas viviendo situaciones similares en sitios diferentes. Personas que conviven con una atención profesional y unos protocolos establecidos en pro de facilitar la organización y buen funcionamiento laboral y minimizando cualquier excepción que lo altere.
“Es que no podemos tener relaciones” – Es un tema que hasta ahora se había impedido, y hay que plantearlo, dar tiempo a direcciones y equipos para poder integrarlo y buscar formas viables...
"Si, si... pero es que ni besos" - Aquí a menudo hay un aspecto a tener en cuenta, y es que se está conviviendo con más gente. A menudo es mejor actuar en espacios íntimos, respetar los espacios...
“¡No nos entiendes! Besos en ninguna parte, ni tampoco abrazos, ni agarrarse las manos, ni llevar a cabo ninguna muestra de cariño que pueda delatar un deseo de relación...” – Silencio, un largo silencio por mi parte. La indignación, la impotencia, la llaga de la incomprensión se reabre.
¿De qué sirve? ¿Qué sentido tiene hacer educación en la sexualidad, ayudar a personas con discapacidad a tomar conciencia auto responsable de la importancia de su cuerpo, sus sentidos, sus sensaciones, su orientación e identidad sexual, el placer y las relaciones afectivas sí. ¿Si sus limitaciones provienen más del entorno del que dependen que de sí mismas?
Sirve para sumarse al trabajo de mucha gente que lucha, hay quienes desde hace mucho tiempo, con el objetivo de denunciar y defender un derecho, dar voz, alentar y dar visibilidad a una parte del colectivo de personas con discapacidad que se han convertido en más dependientes de lo necesario bajo condicionamientos que restringen las individualidades, las unicidades, la oportunidad de experimentar y aprender, el desarrollo como persona.
Urge un cambio. Es una cuestión de respeto, y éste es ineludible para cualquiera, pero más aún si se está vinculado profesionalmente a la atención a las personas. El "toda la vida se ha hecho así", ya no vale. Evitar situaciones conflictivas, ya no vale. No hay que cerrar los ojos y reconocer que hay aspectos que requieren una mirada distinta; dejar ya de poner reparos y esforzarse por encontrar nuevas soluciones o nuevas maneras de hacer, lejos de reglas y disposiciones que excluyen la dimensión sexual.
¡Oh tanto que da miedo! Todo lo que se aleja de lo que nos resulta conocido y sale fuera de nuestro control suele dar miedo. Hasta que nos familiaricemos con las nuevas prácticas. Probablemente será entonces que echemos la vista atrás y nos daremos cuenta de la gran diferencia.