Miedos familiares

06/11/2023

Cada persona es un mundo, cada caso, cada familia. Las respuestas, las actuaciones más adecuadas deben encontrarse, descubrirlas. ¡Hay pocas que se puedan dar de manera generalizada!

«Mi reconocimiento a todas las personas que estiman y tienen cura de alguien a la familia con esfuerzo y dedicación, con dudas, con miedos, con humildad, con sentido del humor, con fortaleza, conocedoras de las propias limitaciones y abiertas a aprender, con constancia, con compromiso, con... Con tantas y tan diferentes calidades que se ponen en juego día a día.»

Cada persona es uno mi, cada caso, cada familia. Las respuestas, las actuaciones más adecuadas se tienen que encontrar, se tienen que descubrir; hay pocas que se puedan dar de manera generalizada! En esta ocasión, pero, quiero compartir con vosotros un extracto que pienso que podría estar en boca de bastante familiares de personas con discapacidad:

«(...) Me siento mal, tengo la impresión que se nos juzga de manera constante, que se nos culpa de no estar a la altura, de privar la persona de la que tenemos cura de tener su propia vida.

(...)

Y en el ámbito del derecho a la sexualidad de las personas, todavía más. Yo no tuve una educación al respeto, el poco que sé lo aprendí viviendo, sobre la marcha gracias a errores y aciertos y todavía no tengo la seguridad de haber aprendido bien. Sexualidad era sexo, y sexo eran relaciones sexuales en pareja. Ay de tú si jugabas sin seguir las reglas o pretendías desafiarlas! Pero aun así, cada cual podía procurar tener sus oportunidades, tomar un papel más o menos activo, provocar situaciones, decidir un poco hasta qué punto arriesgar en la búsqueda o elige de una persona y experimentar el qué fuera: Un amor, una «historia» puntual. Nosotros «salíamos» con alguien, e iba bien o mal, y así ir haciendo.
Pero como lo tengo que plantear a alguien que sé que no tendrá estas mismas oportunidades? No es cruel educar en un derecho que sé que hará sufrir ya desde el pistoletazo de salida? Incluso en la masturbación: Cómo abordarlo si sé que le hará falta ayuda?
Me parece que será como amplificar su discapacidad: «Mira, un obstáculo más que tienes, una limitación más!» Y tanto me duele que creo que aunque la ignorancia no propicie la felicidad, cuando menos, sí puede evitar más frustración, impotencia, sufrimiento.

(...)

Hasta hace cuatro días nadie hablaba de esto. Nos hemos hecho un buen tip de visitas especializadas y nunca nos lo han puesto sobre la mesa. Ni información, ni orientación, ni ayudas, ni opciones ni recursos. Quizás es muy fácil hablar de derechos y necesidades, no?

(...)

Tampoco es tan prioritario... Me crees si te digo que incluso la mía, de sexualidad, se ha visto afectada? Ya no cabe, han cambiado las prioridades, las circunstancias.»
**
Que nos falta educación sobre la Sexualidad, en un sentido más amplio lejos de un concepto típico, cierto.

Que las condiciones no sueño las mismas, para nadie, cierto.

Que se tienen que pedir, generar e incluir más acompañamiento y apoyo en el respeto, cierto.

Todas, todas las personas somos seres sexuados desde el nacimiento hasta la muerte, y que «La sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida, que puede incluir toda una serie de dimensiones diferentes aunque no todas ellas se experimenten o se expresen siempre (OMS, 2006A).», también muy cierto.
El que puede no ser tan cierto es que la ignorancia por omisión proteja de mucho nada. Hablar, naturalizar, plantear, conocer..., es lo qué nos permite poner nombre y ayudar a tomar conciencia. Todo aquello que se pretende esconder bajo un velo acaba creando más fantasmas que las cosas vistas tal como son, con transparencia.

Cuando releo las palabras «Me siento mal, tengo la impresión que se nos juzga de manera constante, que se nos culpa de no estar a la altura, de privar la persona de la que tenemos cura de tener su propia vida.», confirmo que cuando se habla del papel de familiares respeto la cura de personas con necesidad de apoyo y/o dependientes en algunas ocasiones se hacen afirmaciones de manera muy ligera. Pienso que siempre hay que hacer un ejercicio de empatía, de intentar «ponerse realmente al lugar de...» y, muy probablemente, en más de una ocasión nos tendremos que tragar juicios que pueden haber estado demasiado gratuitos.

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